Los límites de mi lenguaje son los límites de mi
mundo
Wittgenstein, Ludwig (1921). Tractatus logico-philosophicus
Artículo
Que políticos y economistas –también periodistas–
recurran repetidamente al uso de eufemismos para, de una parte amortiguar, y de
otra legalizar y dotar de cientifismo a sus alocuciones y, ciertamente, a sus
acciones, es perverso. Pero que los límites de su –nuestro– lenguaje sean los
límites de su –nuestro– mundo, es descorazonador y siniestro. Wittgenstein fijó
la idea (Tractatus: §5.6). La
política y la economía están haciendo el resto.

El trasvase de términos, conceptos e ideas, por
ejemplo del campo médico (inyectar liquidez,
resfriado-estornudo de la economía,
depresión económica, evolución
positiva de tal o cual tasa, índice o mercado,
etc.), o del campo… no sabría definirlo, ¿¡aeroespacial!?: desaceleración,
impulso, aterrizaje suave, desviación, deslizamiento…, hacia el campo
político-económico –no es posible separarlos– con la finalidad, pienso yo, de
atribuirse altas cotas de legitimidad, cuando únicamente la ciencia está en
disposición de hacerlo actualmente –y esto también es discutible–, constituye
toda una realidad como la que abordo brevemente
a continuación.